Cuidemos nuestros tajy amarillo


Salí a dar una vuelta por mi barrio, después de mucho tiempo. La idea era despejarme para ver que había de nuevo, para inspirarme y poder redactar estas líneas que sirvan de reflexión para la noche. La verdad es que el panorama no ha cambiado mucho en los últimos años. Pero esencialmente estaba buscando algo que me atrape, que me llame la atención y que pudiera servir como motivo de reflexión.        

De todo rutinario que observé había algo que no entraba dentro del esquema habitual, una imagen que es imborrable, por su belleza y magnificencia. Algo realmente digno de admirar y que uno podría estar parado ahí por horas valorando su presencia y se quedaría sin adjetivos para poder calificarla en su real medida. El tajy amarillo.          

Estamos en la época en que estos árboles tradicionales de nuestra país nos regalan un hermoso paisaje. Los rosados, que son mayoría ya brindaron su espectáculo desde el inicio de Setiembre, y ahora se destacan, majestuosos, los amarillos, que se muestran tal cual son, imponentes.             

Entonces me puse a analizar, ¿con qué podemos comparar al tajy amarillo, haciendo un paralelismo con nuestra realidad? Ya que estas flores engalanan nuestras calles, y ni siquiera exigen tanto cuidado. Tampoco nos damos cuenta de su presencia durante el resto del año, pasan casi desapercibidos, hasta que florecen. Están ahí, acompañándonos silenciosamente, fielmente, y durante unas semanas nos llenan los ojos con su presencia.             

Realmente mirando la situación, política, económica y social, es difícil encontrar un par al tajy amarillo, por eso amplié mi base de investigación. Y hallé lo que buscaba. Los niños. Nuestros niños tienen una similitud en algunos rasgos con estos árboles, puesto que nos alegran la vida, son una bendición, son quizá, dentro de la rutina diaria lo mejor que tenemos a nuestro alrededor, y en muchas ocasiones, ni siquiera le damos su real valor hasta que comienzan a crecer y ya parece tarde para que podamos disfrutar de su inocencia.               

Si miramos con mayor profundidad la situación de la niñez en nuestro país vemos que las carencias, para los niños en general, es la constante. Los que están en situación de calle, explotados por adultos irresponsables, los que viven pegados a una bolsa con cola de zapatero, los que no acceden a la salud, ni a la educación básica, los que no tienen padres porque no están, o viajaron al extranjero para poder darles un auxilio económico. También están los que no tienen carencias materiales, pero si de afecto, por el abandono de sus padres.            

Los niños fueron motivo de análisis en los medios en los días anteriores, pero no a fondo, sino por cuestiones coyunturales meramente. Los que fueron robados para ser parte de una red siniestra, perversa y sin moral ni ética, la del bebetráfico. Estos chiquitos estaban por ser vendidos a Italia. Seguramente los padres que los recuperaron, tienen nuevamente el alma en el cuerpo y van a disfrutar de su crecimiento, le brindarán todo el amor que se da en la gran mayoría de los casos de las familias paraguayas.                  

Sin embargo, a estos mismos niños que fueron recuperados, como sociedad  ¿qué futuro les brindaremos? Seguramente las carencias que mencionamos anteriormente, sumados a la pobreza y la inseguridad que sufrimos cotidianamente. Que poco pensamos en nuestros hijos!                         

Otro caso que quizá también nos pinte de cuerpo completo como sociedad es el de la niña Mía Valentina que necesita una operación y que sus padres recurren a la ayuda comunitaria para poder recaudar los fondos para solventar los gastos de la misma. La salud en Paraguay nada ofrece a los ciudadanos. Solamente la solidaridad puede dar una esperanza para una vida mejor.                 

Conste que en este caso, de Mía Valentina, hablamos de una familia que tiene acceso a medios para informar de su situación. 10 niños al día mueren en nuestro país por causas prevenibles, si miramos mejor estos datos nos damos cuenta que existen 6 millones de Mía Valentina en Paraguay.                 

Por eso es amigos oyentes, que en realidad la búsqueda mas honesta que podemos hacer en nuestro país es el de soluciones reales a los grandes problemas cotidianos de nuestra sociedad. Hoy el tajy amarillo, que nos regala su belleza, nos recuerda a la niñez paraguaya. Cuidemos a nuestros tajy amarillo, así tendremos un Paraguay mejor.

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