Indignado por la indignación


Estoy indignado. Por la indignación de la gente, que no hace más que indignarme más. Cada uno tiene posibilidad de tener su propia indignación, es un derecho cuasi constitucional, inherente al ser humano. Pero convengamos que hay indignaciones e indignaciones. Las que vi en redes sociales, escuché en las radios y ausculté en diferentes espacios, fueron indignaciones casi unánimes. Como siempre, este humilde servidor y otros desubicados nos indignamos con la indignación ajena.

El motivo es el siguiente. En una publicación del periódico ABC color hoy, se comentaba, con lujo de detalles, que en la Binacional Itaipú se dictan cursos de salsa a los funcionarios para combatir el stress. Obviamente no podía faltar la adjetivación del caso, que el mismo se paga con «plata del pueblo». Para completar el combo recalcaban los honorarios que reciben varios de los participantes en las prácticas de baile. La serie de comentarios al respecto no tardaron en aparecer. Como es esperable, la indignación de la gente llegó al punto de ebullición.

Me pregunto nomás yo que soy contrera recalcitrante ¿Por qué no reaccionamos los paraguayos de la misma manera con otros problemas reales que existen en las Binacionales? El Tratado firmado en 1973 por los entonces mandatarios de Brasil y Paraguay no fue el más justo. Ni siquiera éste se cumple. Las normas violan nuestro legítimo derecho de una soberanía energética que tanto reclamamos y que sigue siendo una quimera.

Citaré algunos casos en donde nuestro silencio cómplice no está acompañado de la indignación que es esperable. El pago por la compensación de energía cedida por nuestro país a Brasil, que se ha triplicado en las últimas semanas, es miserablemente inferior al costo que tiene la misma en el mercado brasileño. Aunque nos pagan tres veces más por la electricidad, el costo para las empresas brasileñas sigue siendo infinitamente más alto – unas 10 veces más incluso – en el vecino país. Nadie dice nada por eso.

La deuda que seguimos pagando en las Binacionales es otro tema que nadie cuestiona. La misma es multimillonaria, y de acuerdo a las expresiones de los expertos es totalmente injusta. En contrapartida, lloramos por la inseguridad, el desempleo, la pobreza, la miseria, la desigualdad social y nada hacemos para acompañar los pedidos del gobierno – éste o cualquiera que haga las cosas como corresponda – para que el clamor del respeto de nuestros derechos sea un reclamo popular y no una simple lucha electoralista de sectores oportunistas, como habitualmente se etiqueta el asunto.

El último acuerdo firmado entre el Presidente Fernando Lugo y el entonces mandatario Lula Da Silva hace 3 años, tiene unos cinco puntos más que están refrendados en los papeles pero que por desidia intencionada de la contraparte brasileña sigue sin avanzar. Esto ni llega a conmover a la ciudadanía. Estoy casi seguro que la mayoría ignora la existencia de este tema.

Y en el peor de los casos, si bailan salsa, malambo, polca o reguetón, el problema no es que busquen relajarse del stress. Más que criticarles, deberíamos solicitar que estas condiciones laborales sean accesibles a todos los trabajadores paraguayos. Aunque la realidad nos demuestra que las garantías profesionales no son respetadas en muchos casos en nuestro país. Y si les molesta el salario de los funcionarios, ellos igual van a cobrar ese monto, con o sin baile.

Por eso estoy indignado, porque ni sabemos criticar. Más indignado aún porque en coincidencia con este caso, que indignó a la gente, surgieron dos hechos en donde pacientes psiquiátricos estuvieron involucrados. Como siempre se estigmatizó al enfermo y se violaron todas las normas del buen gusto y respeto a las personas en el manejo de la información. Pero eso a nadie le importa. Solo nos indigna lo que los medios de comunicación nos exhiben como un tema indignante.

Ya que estamos hablando de indignaciones que indignan pero que paralizan, estoy convencido que esto termina en el opareí en los siguientes días. Tan convencido que apostaría lo que no tengo para hacerme de unos guaraníes a costa de la ingenuidad de algún idealista que piensa que con este tipo de denuncias se llega a algo. Ahí sí, hasta yo me pondría a bailar salsa disfrutando de los millones que ganaría casi tan fácilmente como el Brasil en Itaipú y algunos funcionarios de la Binacional en nuestro país.

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